La decoración emocional es un concepto que en esencia busca convertir espacios fríos y desprovistos de carácter en lugares cálidos y que inspiren placer. En términos más claros y prácticos, es el tipo de decoración que convierte a una casa en un hogar.
Este abordaje creado por la decoradora inglesa Ilse Crawford tiene como base la vida y no el estilo. Así pues, es un concepto que surge en contraposición al minimalismo, neobarroco y otras tantas tendencias que basan su decoración en elementos específicos creados en serie y estandarizan los espacios.
Para esta decoradora -cuyo estudio, StudioIlse, le ha permitido trabajar con nombres tan importantes como Ikea y Georg Jensen- los elementos incluidos en una casa, cuarto u oficina deben estar impregnados de emociones, sensaciones y sentimientos. Según Crawford, es a través de estos que se crean espacios que le hablan a nuestra humanidad, más que a nuestro estilo o gustos.
Su teoría del diseño de espacio intenta personalizar o individualizar los lugares, haciéndolos a imagen y semejanza de quienes los habitan. Y es que, si lo piensa bien, esto tiene sentido. No es nada cómodo estar en un ambiente en el que todo es bello, impecablemente diseñado y “perfecto”, y nos hace sentir como si respirar o pestañear puede sacar algo de lugar.
Este enfoque decorativo busca hacernos sentir la emoción correcta en un lugar específico. En este sentido, en esta tendencia tan de moda en este momento, cobran mayor relevancia esos objetos que fuimos adquiriendo a lo largo de nuestras vidas o viajes, pues se convierten la esencia tangible de momentos con significado emocional.
En pocas palabras, en la propuesta Ilse Crawford una foto, un suvenir de viaje, un juguete de nuestra infancia o piezas heredadas de algún familiar tienen más importancia, que una bella pieza de arte. Esto se debe a que, si bien ésta puede ser muy cara, habla más de la apariencia (estatus) que de la esencia (sentimiento).
De la teoría a la práctica
Ya teniendo claro el concepto y de las cosas que pueden ayudarnos a recrearlo, lo siguiente es poner manos a la obra y aplicar la decoración emocional a nuestro hogar. Y entonces usted se preguntará, ajá y ¿por dónde comenzamos? Pues nuestra sugerencia, es quizás bastante obvia: empiece por la cocina.
Teniendo en cuenta que en este estilo de decoración elegir elementos para demostrar nuestro estatus social o nuestra autoridad no va, comience por escoger elementos sencillos que le devuelvan a los momentos deliciosos de su vida en esta estancia. Esto es algo muy personal. De pronto un libro de recetas de la abuela o uno que le recuerde sus orígenes, puede ayudarle a imprimirle esa personalidad que quiere a la cocina.
Algo que debe tener claro es que la decoración emocional nada tiene que ver con deshacerse de lo moderno. Por el contrario. Así que una buena idea para introducir este concepto en su cocina es combinar la modernidad de esos electrodomésticos que tanto le facilitan la vida con elementos como cuadros, muebles, fotos y utensilios que le gusten.
Para hacer un selección adecuadas de estos, le recordamos que la cocina es el corazón de su hogar, por lo cual se debe tratar de piezas que favorezcan la convivencia, el bienestar y la buena comunicación de quienes compartan en ella. Para conseguir esto es fundamental que sean objetos que formen parte de su propia historia (familiar, intelectual, espiritual, etc.).
El color y la iluminación son claves de la decoración emocional. Si usted es de los que asocia comer con paz y tranquilidad, tal vez inclinarse por una combinación de tonalidades verde y blanco le puedan ayudar a recrear estas sensaciones en su cocina. Se recuerde que en este tipo de decoración es la percepción la que manda.
Otra pauta clave en este abordaje decorativo es el orden y el uso. Las cosas si bien no deben ser “perfectas”, si deben estar limpias y tener un lugar específico. ¿La razón? Una casa desordenada puede producir estrés, lo cual incomodará en exceso. Muy por el contrario, una cocina ordenada, además de resultar más práctica, le aportará calma y felicidad.
El secreto de la organización en la cocina consiste en colocar las cosas según el lugar de uso. Las ollas y sartenes, al igual que los alimentos y condimentos estarán mejor próximos a la estufa, mientras los utensilios (platos, vasos, etc.) irán mejor cerca del área de servir o la mesa.
Como verá, la decoración emocional tiene mucho de sentido común y de priorizar esos objetos únicos que hablan de su vida, antes que darles peso a rígidos paradigmas estéticos que solo se ven bonitos en fotos.