La arquitectura y la ecología parecen estarse haciendo más que amigas. El uso de tecnología que permite hacer del mundo un lugar menos contaminado es una tendencia que ha permeado a muchos ámbitos. Sin duda, lo arquitectónico lleva por mucho la batuta y ha hecho de esta casi un punto de honor que marca los pasos a seguir en el futuro.
No obstante, dentro de esta tendencia hay de todo. Va desde lo más excéntrico que podemos ver en construcciones como las llamadas ecoviviendas que tienen aislamientos de corcho, hasta los techos o cubiertas ecológicas que siguen siendo su apuesta más audaz e ingeniosa. Aunque la arquitectura verde no es un invento de este siglo, pues fueron los babilonios (500 A.C.) los primeros en ponerle vegetación a los muros y techos de sus edificaciones, lo cierto es que en la actualidad a diferencia de aquellos días, este verdor sobre las grandes construcciones de cemento más que embellecer, intentan hacer de las ciudades espacios más vivibles.
Y es que los techos verdes funcionan como un micro hábitat que no sólo favorece a la construcción que los posee, dotándoles de un aislante natural del ruido y del calor, que reduce el uso de aires acondicionados y el consumo de electricidad en el mismo; sino que además le aportan al ambiente beneficios como la reducción del efecto isla de calor y crean oasis en las congestionadas urbes en donde los citadinos pueden desconectarse de su cotidianidad.
En la actualidad gobiernos y entes públicos y privados trabajan en la promoción de este tipo de espacios. De hecho, el año pasado Francia dio un paso adelante en este sentido promulgando una ley que impulsa la creación de techos verdes. Pero no es la única. Otras naciones con iniciativas parecidas son Argentina, Chile (que ofrecen incluso incentivos fiscales a las constructoras que los incluyan en sus planes), Suiza, Canadá y Dinamarca. La
capital de esta última, Copenhague, se ha convertido en la segunda ciudad en el mundo con una legislación específica a este respecto. Obligando incluso, a que los techos tengan un determinado tipo de vegetación en ellas.
Así pues, muchos son los proyectos que bajo este esquema se están presentando en todas partes. Uno de los más ambiciosos es el del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, quien con la corporación OLIN, pretende transformar el antiguo centro comercial Vallco de Cupertino (California) con un urbanismo de uso mixto que apunta a convertirse en el techo verde más grande del mundo. El proyecto valorado en 3.000 millones de dólares, consta de 12 hectáreas (30 acres) de áreas verdes, una red de circulación de 6,1 kilómetros (3,8 millas) y además bloques de viviendas, huertos, viñedos, un anfiteatro y áreas de juego.
Diseñado bajo los estándares LEED platino, el reto de esta estructura es transformar completamente el centro de la ciudad de Cupertino de una manera sostenible y hacer posible el deseo de la comunidad (llena de gente que trabaja en el área de la tecnología) de tener espacios abiertos y de recreación. Faltará ver si este paraíso aéreo se concreta con el sí definitivo de los habitantes de la ciudad.