La planificación urbana es el secreto para que una ciudad crezca de forma armónica, brindándole a sus ciudadanos servicios de calidad, con el mayor aprovechamiento de los recursos del lugar y respetando el ecosistema. Esta planificación es cada vez más necesaria para lograr centros urbanos sustentables, con acceso equitativo a toda la población, en el que los servicios se expanden al mismo ritmo en que esta aumenta, sin sacrificar la personalidad del lugar ni los cánones de estética que lo identifica.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo, las ciudades chinas han recibido más de 560 millones de habitantes de los espacios rurales en los últimos 35 años. Un crecimiento exacerbado tomando en cuenta que esta cifra se corresponde con la población total de América Latina. Este es un ejemplo de cómo la vida urbana se expande velozmente, mucho más rápido de lo que los gobiernos quisieran, pues la sobrepoblación con todos sus perjuicios, dan cuenta de lo poco preparados que están para atender este proceso.
La sorpresa migratoria
Otro fenómeno que revela la importancia de la planificación urbana, son los movimientos migratorios. En Latinoamérica, el caso de la migración venezolana ha tomado por sorpresa a ciudades como Bogotá, Santiago de Chile o Buenos Aires, y en Europa, el desplazamiento de refugiados también a llevado los índices demográficos a números que seguramente no eran los esperados hace 10 años.
Ante todo este movimiento, centros urbanos “dormitorios” que sirven como catalizadores para aliviar a las grandes ciudades y su desarrollo, debe ser cuidadosamente proyectados. Ahora, ¿cuáles son los factores que deben tomarse en cuenta en el diseño de nuevas ciudades? El urbanismo estudia con bastante rigurosidad estos tópicos, pero la experiencia indica que existen algunos que han surgido con el tiempo -y la globalización- que deben sumarse a la lista.
Escuchar a la Pacha Mama
Puede sonar místico, pero escuchar a la tierra es un factor que debería indicar la ruta de la planificación. Estudiar los suelos, los declives y las fuentes de agua puede determinar la mejor forma de urbanizar el espacio y disminuir el impacto de desastres naturales. Pero yendo un paso más allá, respetar los recursos del lugar e incentivar con su urbanización, el desarrollo y la sana explotación de estos, puede orientar a la población a hacerse sustentable.
Diseñar tomando en cuenta el medio ambiente, también redunda en los costos de desarrollo y construcción. Utilizar materiales más económicos y resistentes, orientar las construcciones de acuerdo con aprovechamiento de la luz solar, incluir estándares de calidad como el Passivehaus, disminuir el uso de pinturas y plásticos, diseñar sistemas de drenajes que incluyan procesos de reciclaje, sumar sistemas de recolección y correcta disposición de los desechos, son medidas que aparecen en la nueva ecuación de la planificación urbana.
Urbanismo de a pie
La ruta de la planificación urbana ya no se recorre en carros. Los ciudadanos reclaman cada vez más la posibilidad de trasladarse a pie o en vehículos no motorizados y esa es una tendencia irreversible. El alto costo de mantenimiento de los automoviles, el espacio utilizado en estacionamientos, el uso de combustibles contaminantes y muy costosos, hasta el riesgo que implica el sedentarismo para la salud son las razones por las que los usuarios se inclinan más por caminar, llevar bicicleta o patines. Pero esto requiere de aceras, canales para bicicletas, señalizaciones, parqueaderos, luminarias, sistemas de seguridad, es decir, toda una plataforma de vialidad que no está presente en la mayoría de las ciudades que corta historia y que no puede ignorarse en la ruta de la planificación urbana de nuevos centros poblados.
Trabajo libre
La tendencia de las nuevas profesiones es la de prescindir de espacios fijos para trabajar. Los nuevos ejecutivos trabajan desde sus casas, cafeterías o parques y esto es una novedad con la que muchas ciudades no pueden lidiar.
Conexión a internet inalámbrica y gratuita y espacios confortables para trabajar al aire libre deben dejar de ser un lujo para incluirse en la planificación de nuevos centros urbanos. Esos lugares en los que la sociedad interactúa ya no pueden ser simples espacios verdes. Deben contar con las comodidades y accesos a las comunicaciones que demandan los millenials y las generaciones siguientes.
El acceso a internet ya es considerado un derecho humano. Pero él viene engastado en espacios de intercambio social que necesitan drenajes suficientes, iluminación, puntos de electricidad para recargar dispositivos, suficiente y eficaz acceso al transporte público y todo lo más necesario para el disfrute y aprovechamiento.
No se trata entonces de cumplir sólo los patrones establecidos en la arquitectura de las ciudades, sino de estar muy atentos a las nuevas necesidades que se generan en el crecimiento de las sociedades que aprovechan y se apropian de las nuevas tecnologías, además de hacerse cada vez más conscientes de su papel activo en el resguardo del medio ambiente y el desarrollo cultural de sus ciudades.