En la construcción de obras algunas veces es necesario sustituir materiales por otros que se asemejen a ellos, pero mejoren su oferta de calidad o durabilidad. En este sentido, la madera, el metal, el vidrio o la piedra serían materiales clásicos que tienen ya un prestigio ganado, pero que también han sido desplazados por nuevos materiales que asemejan su apariencia, pero bien pueden ser, o más económicos, o más adecuados para ciertas tareas.
Fibrocemento que parece madera, EFTE que parece cristal, acrílico que parece acero… ser o parecer en la arquitectura depende de la funcionalidad del material, del presupuesto y más recientemente, del impacto ecológico del proyecto.
La tecnología y en algunos casos, hasta el regreso a técnicas antiguas de elaboración de materiales, han brindado nuevas ofertas que permiten combinar lo mejor de los clásicos.
Orgánico como la madera
En el caso de la madera, utilizarla en las grandes construcciones es, a parte de costoso, de gran perjuicio ecológico. Además, es un material de alto mantenimiento, pues requiere ser protegido de la humedad, las termitas, el calor excesivo y es altamente inflamable. Sin embargo, la sensación de calidez y lujo que brindan as construcciones de madera es muy difícil de superar.
El fibrocemento, un material también orgánico que proviene de la mezcla de cemento con fibras naturales y celulosa, en sus diversas presentaciones de color, textura y orientación de los paneles, puede ser un excelente sustituto. Resistente al fuego y a las altas temperaturas, de mínimo mantenimiento e ideal como revestimiento exterior, es además más económico que la madera, que bien puede ser utilizada entonces, ya no como material de construcción sino como elemento de diseño y decoración en interiores.
El fibrocemento garantiza ventajas en cuanto al consumo energético similares a las de la madera, pues también concentra el calor en tiempos de frío, pero es bastante más resistente a la humedad y las filtraciones. Con todas estas ventajas, ¿quién no estaría de acuerdo en hacerle un favor a la naturaleza talando menos árboles?
Al EFTE todo le resbala
El vidrio es símbolo de modernidad y progreso. Las grandes ciudades exhiben enormes edificaciones que se erigen como muestra de su poderío, progreso económico, avance tecnológico, y todas se caracterizan por estar revestidas de vidrio. Entonces, ¿cómo es que este material comienza a parecer anticuado?
La respuesta a esta pregunta es fácil de encontrar cuando un grupo de espectadores se reúne con la mirada fija no en el cielo, sino en el espectáculo de un hombre suspendido en las alturas, arriesgando su vida desde un andamio, sólo para limpiar las marcas de la lluvia o del polvo en las ventanas de estos modernísimos rascacielos.
Un riesgo totalmente innecesario que cada vez se apreciará menos con la aparición de los sustitutos del vidrio. Pero no se trata solamente del riesgo de mantenimiento, también se trata de los riesgos y costos de instalación, de los cuidados que requiere el transporte de este material y de disminuir costos con materiales que sean más eficientes en el aislamiento sónico y térmico.
El EFTE (Etileno TetraFluoroEtileno) es un plástico capaz de soportar 400 veces su propio peso siendo bastante más ligero que el vidrio. Es completamente transparente pero acepta ser coloreado y por ser un descendiente del teflón, exhibe su mayor ventaja: es antiadherente, lo que se traduce en ser autolimpiante, resolviendo así el riesgo de los andamios.
El acero, duro de cambiar
El acero es un material muy utilizado en las construcciones, sobre todo, por su cualidad de aportar estabilidad a las estructuras. Sin embargo, en cuanto a los revestimientos o a su uso en el diseño interior, aunque brinda ese toque industrial tan de moda, no deja de tener desventajas.
Ciertamente, su durabilidad y fuerza es incomparable con cualquier otro material, pero también es muy cierto que es muy pesado, poco flexible y está sujeto a la corrosión. Así sustituirlo en términos de decoración o revestimientos exteriores, se hará cada vez más frecuente.
Recientemente fue introducido por los investigadores de la Universidad Tecnológica de Sidney, un derivado compuesto del grafeno que ofrece la misma apariencia del acero con una densidad mucho menor, seis veces más ligero, y mucho más flexible.
Las láminas del grafeno pueden ser tan delgadas como el papel, lo que lo hace un excelente candidato para revestimientos, aunque aún no pueda competir con el aluminio, sustituto clásico del metal en las construcciones.
Al mismo tiempo que evolucionan los estilos arquitectónicos, también evolucionan las técnicas y los materiales. Ya que las soluciones urbanísticas están cada vez más orientadas a la economía en todos los sentidos.