Entre las tantas preguntas que todos nos hacemos en este momento está la de cómo la arquitectura y el diseño concebirán las casas, los espacios y los edificios después de que esto pase. La razón de esta interrogante es clara pues todos los expertos coinciden en que, luego de finalizado el confinamiento, el distanciamiento social deberá ser una norma a seguir por al menos dos años.
Lo anterior evidentemente cambiará sin duda el mundo conocido. El diseño de las oficinas, los centros comerciales, los colegios, los mercados, los hoteles, las urbanizaciones y las residencias deberán ser concebidos bajo otros parámetros.
Ya en muchas webs de arquitectura, diseño y urbanismo se ha empezado a hablar del cambio de lo pomposo, colectivo y magnificente por lo personal, privado, digital. De hecho, algunos arquitectos comienzan a pensar en el uso de materiales antibacterianos como el cobre para las terminaciones y en el desarrollo de algunos nuevos para la construcción.
También se ha empezado a hablar con cierta vehemencia de una nueva concepción de la arquitectura hospitalaria, a la luz de que las actuales soluciones para tal fin han dado muestra de su incapacidad para atender emergencias de gran envergadura. En fin, el Covid19 o coronavirus, como usted prefiera nombrarle, ha sido un catalizador para que la arquitectura (y otras áreas también) repiense lo que hasta ahora ha hecho.
En contacto, pero con distancia
Quizás uno de los cuestionamientos que más ha estado en el tapete en los entornos arquitectónicos en estos días es la densidad de las ciudades. Hay quienes no ven en esta un enemigo, pero también hay quienes insisten en su replanteamiento.
Los que abogan por las grandes ciudades, insisten en que las comunidades bien diseñadas, al estilo de las aldeas europeas, puede ser una solución. La propuesta es pues apostar por urbanismos con edificios pequeños de apartamentos espacioso, balcones y patios interiores con tendederos compartidos, es decir, una mezcla de comunidad e intimidad en un solo paquete.
Obviamente, lo anterior contrasta con el modelo puesto muy de moda en China en los últimos años. Léase gigantescas y súper modernas mini-ciudades de 2 cuadras, compuestas por 1 millón de pies cuadrados, y 4.000 residentes bajo un mismo techo.
Los arquitectos y los diseñadores de interiores se encuentran entonces ante un gran dilema, ¿cómo se puede mantener el contacto humano, ese que realimenta el alma y se conserva la “actual sana distancia social”?
Recientemente, en Archidaily un profesional del ramo reflexionaba al respecto. En su artículo éste decía que una de las grandes preocupaciones en su oficio en este momento es la soledad aguda y la depresión que puede sobrevenir si se empiezan a diseñar sobre la premisa del distanciamiento y la excesiva privacidad.
Este hizo un llamado a no desestimar el gran valor del espacio verde, de la conexión con la naturaleza tanto en nuestras ciudades como dentro de nuestros hogares y de la necesidad humana de congregación. “Las personas necesitan vecinos con que puedan verse y escucharse mutuamente. (…) Pero se necesita más que un simple balcón para compartir tales experiencias humanas.”
Oficinas con cero contacto físico
Algo que ha vuelto a tener importancia es la posibilidad del teletrabajo. Para esto muchos diseñadores han puesto desde ya sus mentes maestras en marcha para ofrecer soluciones a quienes en adelante no deberán salir de casa para trabajar.
No obstante, si bien esto de la oficina en casa será parte de nuestra nueva realidad, también hay estudios de arquitectura que han pensado en posibilidades para diseñar y rediseñar los edificios de las grandes corporaciones. Las propuestas a este respecto son tan variadas como tecnológicas.
Así pues, mientras en ciertos foros se habla de edificios altamente tecnológicos cuyas puertas, ascensores y servicios puedan ser controlados por códigos activados desde smartphones, hay quienes se inclinan por simplemente reducir la densidad en las oficinas, replantear las plantas abiertas en las misma, así como priorizar la ventilación natural antes que el aire reciclado de los aires acondicionados.
Arjun Kaicker, quien trabajó en Foster and Partners durante una década, dijo en una entrevista a The Guardian que la arquitectura por venir verá en los rascacielos solo edificios altos y caros de construir y con resultados menos eficientes en términos de seguridad. «Creo que en adelante veremos empresas con pasillos y puertas más anchas, más particiones entre departamentos y muchas más escaleras», dice Kaicker, quien ahora dirige análisis e información en Zaha Hadid Architects.
De hecho, Kaicker explicó que su equipo en ZHA ha diseñado un edificio con «vías sin contacto», para una compañía de gestión de residuos en los Emiratos Árabes Unidos. Esto significa que los empleados rara vez tendrán que tocar una superficie con las manos para navegar por el edificio, podrán llamar a los ascensores desde un teléfono inteligente, y las puertas de la oficina se abrirán automáticamente usando sensores de movimiento y reconocimiento facial.
“Con el 80% de las enfermedades infecciosas transmitidas al tocar superficies contaminadas, el futuro estará lleno de acciones manos libres”, sentenció.