Diseñar para el bienestar humano debería ser la premisa de la que partieran todos los proyectos arquitectónicos. Sin embargo, la industrialización, las necesidades masivas, el presupuesto, la tendencia artística o incluso el modernismo, puede mover el foco en otras direcciones alejadas de propiciar la salud y el bienestar de las personas que vas a disfrutar estos espacios.
La evolución de la arquitectura en los últimos años se ha paseado por diversas motivaciones. Los edificios debían servir para mostrar el poder de los grandes centros urbanos, o responder a soluciones habitacionales en centros super poblados, ser reservorios del arte, revelar la personalidad de una ciudad, y más recientemente ser elementos comprometidos con el medioambiente y contribuir con la disminución de la huella de carbono. Pero el individuo, en cierto momento, dejó de ser el centro del diseño trayendo como consecuencia algunas obras perturbadoras para la salud física y mental de las personas.
Espacios cerrados con poca iluminación, aislamiento del exterior, estructuras repetidas que dan sensación de claustrofobia, colores fríos, condiciones de ventilación pobre, escaleras incómodas, insuficientes vías de escape o pocas facilidades para personas discapacitadas son algunos de los elementos que revelan que una obra no está pensada para el bienestar del individuo.
Sobre el tema, existe bastante literatura, devenida de los síntomas y signos que muestran quienes han padecido la exposición a una arquitectura insana. A esto se le conoce como el Síndrome del Edificio Enfermo (Sick Building Syndrome) que agrupa el conjunto de síntomas que surgen de la permanencia en determinadas edificaciones: dolores de cabeza, malestar ocular, alergias, congestión nasal y malestar general. Estos síntomas aparecen generalmente alrededor de la segunda semana de permanencia o recurrencia al edificio y desaparecen inmediatamente después de haber dejado el mismo, tal como lo reseña el resumen Arquitectura Saludable de Myriam GoluboffScheps, publicado para la Universidad de Vigo en 1997.
Lo que en los tiempos de publicación de este resumen comenzaba a ser una preocupación para los arquitectos, se ha convertido recientemente en una tendencia que coloca de nuevo al individuo en el centro de la arquitectura.
Pero ¿qué debe tener un edificio para cumplir los parámetros de la Arquitectura saludable? A continuación, detallaremos algunos elementos.
Luz natural a raudales
La entrada de luz natural a las edificaciones, además de disminuir los costos de iluminación y la emisión de gases invernadero, resulta una de las más importantes consideraciones que se deben tomar en cuenta en el diseño de una obra arquitectónica saludable. En edificios de oficinas o locales comerciales en donde los trabajadores pasan la mayor parte del día, la luz natural resulta una fuente de oxigenación, además de conectarlo con el mundo exterior y los cambios de estaciones y ayuda a proporcionales las vitaminas que sólo se obtienen del astro rey.
Amplitud es libertad
En lugares donde -una vez más- las personas pasarán la mayor parte del tiempo, la amplitud de los espacios es importantísima para su bienestar psicológico. Techos altos, pasillos amplios, estancias que puedan ser modificadas -según la necesidad de quienes las ocupan- contribuyen a disminuir los niveles de ansiedad que suelen sufrir las personas que ven transcurrir su día en un lugar cerrado. El uso de jardines y fuentes internas. al igual que el uso de cristales en la división de los espacios, generan una sensación de libertad que la salud agradece.
La naturaleza invadiendo los espacios
El uso de materiales naturales y con apariencia cruda que traiga los colores de la naturaleza a los espacios internos es cada vez más incluido en los diseños arquitectónicos. Por eso es cada vez más frecuente la combinación de materiales como la madera, el fibrocemento y el concreto y el uso de colores tierra y verde en la decoración de interiores.
Por otro lado, la incorporación de plantas, paisajismo y referencias a espacios naturales en el diseño contribuye a disminuir la monotonía que puede hacer sentir a sus usuarios atrapados en cuartos que se repiten sin fin.
Los arquitectos también han decidido mirar hacia dentro. Para ello han puesto el foco de sus diseños en satisfacer las necesidades de bienestar y armonía de los usuarios sin que esto signifique ir en detrimento de la belleza o la funcionalidad. Así pues, se trata de la evolución de la arquitectura que integra cada vez más elementos para diseñar de forma holística tomando en cuenta tanto al individuo, como al arte y el entorno.