Ver la Aurora Boreal es el sueño de muchos, y hacerlo en un acogedor y lujoso nido de troncos en Suecia va más allá de todas las expectativas. El pasado enero de 2020 se inauguró el primer spa y hotel flotante en el Ártico. Artic Bath, situado en el Río Lule, al norte de Laponia en Suecia, ofrece a sus huéspedes una experiencia única y diferente en cada época del año.
Inspirados en el paisaje escandinavo, los arquitectos Bertil Harström y Johan Kauppi diseñaron un particular nido de troncos y madera que en época de verano flota sobre el Lule, mientras sus huéspedes disfrutan del sol de medianoche y que, en invierno, yace sobre el río congelado cubierto por la impresionante vista de la Aurora Boreal.
El destino turístico de altísimo lujo y sofisticación es un ejemplo del aprovechamiento de los recursos naturales sin impacto ecológico y que capitaliza las condiciones climáticas extremas de un lugar con el que todos sueñan, pero al que solo unos pocos tienen acceso.
Un nido gigante
Como si un nido de pájaros hubiera caído sobre el río en el país de los gigantes, así se aprecia desde el aire la singular construcción completamente ecológica, que se convierte en el primer hotel flotante del mundo. Artic Bath está compuesta por una serie de módulos de madera que, conectados entre sí, forman un aro casi completamente cerrado que, aunque está anclado en el río, se comunica con la superficie a través de una pasarela también de madera. En él, están dispuestos una serie de baños internos y externos que rodean a una piscina profunda completamente al aire libre.
Construido con materiales locales, el nido alberga un restaurant, un lounge bar, cuartos vestidores, una pequeña tienda, cuatro saunas, y la sala spa que ofrece masajes, terapias de piedras calientes, detox, rehabilitación física y relajación y cuartos de duchas. Todos los espacios plagados de ventanas cuadrangulares que integran el impresionante paisaje a cada actividad.
Libres pero conectados
A este edificio se le suman 6 cabañas construidas alrededor para hospedar a los visitantes. Estas cabañas también flotan libremente sobre el río e igualmente se conectan con la superficie con pasarelas.
Diseñadas por Annkathrin Lundqvist y con capacidad para 5 personas, tienen una inspiración geométrica que contrasta con el diseño naturalista del nido central. Se trata de cabañas de 62 metros cuadrados con ventanas en el techo que permitirán a los huéspedes, disfrutar de la Aurora Boreal desde la calidez de sus habitaciones, decoradas con el más exquisito gusto y textiles de muy alta calidad de producción local. Además, también el hotel ofrece cabañas más privadas, solo para dos personas y construidas en tierra, con grandes ventanales que integran la –casi siempre- blanca vegetación a los acogedores aposentos.
De esta manera, los huéspedes pueden disfrutar del sentido de comunidad de estar reunidos en torno a la piscina del nido, tener la experiencia de flotar sobre el río mientras duermen en verano, o sentirse perdidos en el Ártico sin alejarse mucho de un espacio que ofrece lujo, comodidad, tecnología y sofisticación.
Madera protagonista
Los troncos que flotaban sobre el río Lule y que yacían amontonados, aguas abajo, sirvieron de inspiración para el diseño del singular hotel, pero es también la madera local. Este es el principal material de construcción para un espacio que no incurre en ningún daño ecológico, y que al mismo tiempo le da una oportunidad de desarrollo turístico de élite a una región de increíble belleza. Ese turismo ecológico que aprovecha los recursos de las regiones y que se hace sustentable, es también el foco de desarrollos arquitectónicos de altos estándares como el Artic Bath.
La madera está presente como material de construcción y como elemento decorativo en todos los espacios, manteniendo el toque rústico y natural que debe tener una edificación de este tipo y que también le otorga cierta calidez a un ambiente excepcionalmente frío.