La ciudad de Nueva York busca alternativas al vidrio y acero para la construcción de nuevos rascacielos. El alcalde Bill de Blasio impulsa un proyecto de ley que busca prohibir la construcción de rascacielos con fachadas de vidrio y acero para reducir la emisión de carbono en la ciudad.
Según el proyecto Green New Deal, el 70% de las emisiones de carbono de esta ciudad se deben al consumo energético de los grandes rascacielos que hacen famosa a la gran manzana, por lo que, en una lucha contra el cambio climático, se presenta este nuevo reto para los arquitectos que quieran sumar a la tierra de los rascacielos, su propia creación.
La prohibición forma parte de un grupo de medidas que busca reducir la emisión de carbono en Nueva York en un 30% para el 2030, y que también está dirigida a buscar la remodelación y adaptación de los rascacielos existentes para adecuarse a las nuevas regulaciones.
El problema del vidrio y el acero es el pobre aislamiento térmico y sónico que ofrecen, lo que redunda en un mayor gasto de energía y, por ende, en una emisión de gases de efecto invernadero que impacta notablemente en los índices de contaminación de la ciudad.
Pero, la ecológica y ambiciosa medida, pone en un aprieto a los arquitectos e ingenieros que en el futuro se vean relacionados con proyectos de gran envergadura en la ciudad. Se trata de la búsqueda de nuevos materiales que puedan sustituir al vidrio y el acero en las nuevas construcciones, tras una regulación que seguramente, se aplicará en muchos otros lugares dada la necesidad de atender los estándares ecológicos.
Policarbonato, una opción en auge.
El policarbonato surge como una opción para sustituir el vidrio. Ya se conoce que el 18% de la producción de policarbonato se utiliza en la fabricación de planchas plásticas que se caracterizan por tener excelente transparencia, pueden ser coloreadas, es un material termoestable que resiste condiciones climáticas extremas como el granizo, su peso es considerablemente menor al del vidrio y 20 veces más resistente.
Además, su estructura de cámara reduce la conductibilidad térmica, haciendo que los espacios se conserven templados en estaciones frías y en el caso de las planchas compuestas de policarbonato macizo, el material se considera blindado, ofreciendo protección contra artefactos explosivos. Otra de las bondades que ofrece el policarbonato, es que, gracias a su transparencia, reduce el consumo de electricidad al lograr un máximo aprovechamiento de la luz exterior y, además, es un material reciclable.
El uso de este material en la arquitectura ha ido en aumento en los últimos años ya que es bastante más económico y de fácil instalación. Sin embargo, hasta ahora los estudios sobre el material indican que su durabilidad óptima se reduce a 20 años, por lo que deberá ser reemplazado periódicamente en grandes construcciones.
El estudio SOMOS Arquitectos, utilizó el policarbonato en la construcción del edificio Vallecas 51 en la ciudad de Madrid. Una obra que utiliza este material en láminas de distintos tonos verdes.
EFTE, lo más reciente
El Etileno TetraFluoroEtileno es un plástico de corta data. A partir de la década de 1.970 comenzó a utilizarse en la industria y últimamente aparece como una opción para sustituir al vidrio en las grandes construcciones. La página iAmbiante reseña las bondades de este material que parece llenar todos los requisitos del Alcalde de Nueva York: economía, eficiencia energética, durabilidad y por supuesto, estética.
El EFTE es un material capaz de soportar 400 veces su propio peso, no se decolora ni amarillea -lo que puede ser un obstáculo para los arquitectos al momento de usar plásticos- y pesa bastante menos que el vidrio, haciéndolo un buen candidato para cubrir grandes superficies.
En cuanto a la transparencia, su índice es del 90%, lo que parece un número bastante bueno en cuanto al aprovechamiento de la luz solar y lo que esto implica en la disminución del consumo energético.
Puede utilizarse en láminas planas o en forma de cojines neumáticos de dos a tres láminas rellenas de aire, que aumentan el aislamiento térmico y sónico.
Si tuviera que escogerse entre ambos materiales, el EFTE tiene un par de cartas bajo la manga a su favor: por ser derivado del teflón, es antiadherente, lo que lo lleva a ser autolimpiante al caer la lluvia sin dejar rastros de gotas en su superficie -cosa que no les gustará a los impresionantes trabajadores que cuelgan de andamios en los rascacielos limpiando las ventanas- y, por otro lado, su ciclo de vida es de 50 años.
De manera que las exigencias del alcalde Di Blasio no son tan descabelladas: las modernas ciudades del mundo tendrán que voltear su mirada a nuevos materiales en pro del cuidado del medioambiente, que cada día cobra una mayor importancia en la planeación de obras arquitectónicas. Por lo pronto, amanecerá y veremos.