Amos Rex es una nueva visión del arte que, instalada en el área subterránea de la plaza de Lasipalatsi, une el pasado y el presente de Helsinki. El Amos Anderson Art Museum es entonces una apuesta de estructura subterránea proyectada por el estudio finlandés JKMM a quienes se les ocurrió hacer del arte el corazón de la capital finlandesa.
Este museo es la prueba de la convivencia que puede generar un proyecto arquitectónico bien planteado. Y de hecho, el estudio JKMM tuvo entre sus mayores retos para realizar esta obra el replanteamiento del parque urbano y la integración de este a la experiencia museística.
Así que con mucha inteligencia los arquitectos de JKMM crearon una interesante estructura subterránea construida con grandes cúpulas de hormigón que, a manera de claraboyas, integran el afuera y el adentro y ofrece un espacio único desde el que además se puede admirar una parte de la historia de Helsinki.
La historia de la obra
¿Qué mejor que la creación de un espacio cultural para rescatar el pasado y adecuarlo al presente? Este planeamiento fue uno de los que seguramente sirvió de base para darle vida al Amos Anderson Art Museum.
Esta obra que sitúa la cultura en el centro de la capital finlandesa, se dio gracias a que el ayuntamiento concedió el terreno. Sin embargo, una de las cuestiones que tenía que trabajar el estudio JKMM fue la disposición del museo en medio de las obras de gran valor histórico que circundaban el espacio donde este estaría.
No obstante, el dilema mayor no fue otro que encontrar la manera de mantener el vacío que permitiera conservar memoria tangible del pasado y al mismo tiempo crear un espacio de exposiciones y eventos de interés cultural. La salomónica solución que encontró este estudio finlandés fue transformar la plaza Lasipalatsi, cedida por el ayuntamiento, en una enorme cubierta y hacer del subsuelo de este espacio una galería expositiva de 6.230 m2.
Un antes y un después
El Amos Rex ha sido un gran regalo a la ciudad de Helsinki. De una manera muy inteligente, el estudio JKMM creó una relación simbiótica entre un presente cultural subterráneo y los eventos históricos de la superficie.
De hecho, este museo que bien puede presumir de poseer una plaza completa como tejado, integró de una manera muy ingeniosa su estructura a la torre icono de la misma. El logo del museo en la emblemática torre Lasipalatsi (que es un ejemplo del funcionalismo de los años 30), es un guiño al pasado en medio de una explanada de la que brotan cúpulas de cemento de formas y tamaños distintos, las cuales culminan con claraboyas redondas que dan un aire espacial y futurista al espacio.
Hoy, la gente que antes pasaba de largo por la plaza para dirigirse a otros sitios, la utiliza como punto de encuentro. Se detiene en ella, se tumba al sol sobre sus increíbles tumultos artificiales, se sienta, y hasta juega. Pero además se anima a curiosear y de vez en cuando se asoma a través de tumultos -que son en realidad túneles que aportan luz natural a los espacios expositivos subterráneos- a echar un vistazo al interior del museo.
Así que, Amos Rex, es la muestra de cómo el ingenio arquitectónico puede, a través de una plaza o un museo, crear puentes de convivencia urbana, en el que se hermanan el pasado y el presente a favor de la vocación cívica.